lunes, 14 de enero de 2013

EL ERROR, ESTACION DE PASO EN LA BÚSQUEDA DEL CONOCIMIENTO


¿Qué sería del mundo sin el error? Colón, Gutemberg, Galileo, Bruner, Einstein y muchos otros, serían nombres de seres anónimos perdidos en el tiempo si estos genios no hubiesen hecho de un error fortuito la simiente de una gran idea. En consecuencia, el error no es el fin de los procesos, es un alto en el camino, una estación de paso que nos permite reorientar nuestra búsqueda del saber con el fin de superar los obstáculos y lograr el éxito. 

Prueba de lo anterior es la historia pasada y reciente de los descubrimientos la cual está tapizada de fallos que han detonado el estímulo creativo de aquellos seres de mente despierta y voluntad constante que, concientes de lo inacabado de su aprendizaje, continúan en la búsqueda de la verdad. Ya lo decía el pensador francés Claude Bernard (1) “quien no busca la verdad es porque se cree en posesión de ella, por tanto nada tiene que encontrar y nada tiene que aprender” , siendo válido este postulado tanto para el científico como para el hombre cotidiano. 

Ubicándonos en la esfera puramente escolar, el error debe ser considerado una herramienta del proceso de aprendizaje a través del cual, tanto el docente como el aprendiente se detengan y reflexionen sobre el por qué algo no resultó como lo esperaban y de manera cooperativa, usando las estrategias adecuadas, solucionen el problema alejando así al docente de su actitud transmisionista y acercando al alumno al desarrollo del aprendizaje autónomo.

Ahora bien, así como entendemos el lado positivo del error como estimulador creativo y generador de procedimientos constructivos, también se debe considerar el lado oscuro con su efecto destructivo y distorsionador de los procesos en los que aparecen los fallos o en las personas que directa o indirectamente sufren sus consecuencias, quienes con mente abierta y actitud investigativa pueden sacar provecho de las tinieblas aclarando el nuevo panorama con la antorcha del autoconcepto, la fortaleza espiritual y la definición de sus metas. Como se ha visto, queda suficientemente ilustrada la prevalencia de la consideración positiva del error, de la posibilidad de reconvertir en un nuevo proceso el resultado fallido, de la utilización didáctica de los desaciertos y de la activación creativa y constructiva de la equivocación. Désele entonces la importancia que tiene el error en el devenir de todos los ámbitos para el desarrollo y progreso del conocimiento y concluyamos esta apología de él citando al investigador Santiago Ramón y Cajal diciendo “Oh la nefanda inercia mental, la inadmirabilidad de los ignorantes, que son incapaces de detenerse junto a las cosas, de admirarse y de interrogarlas”.

 (1)BERNARD, Claude, Citado por ANDER-EGG, Ezequiel. Técnicas de Investigación social. Lummen 24 edición. Buenos Aires. 1995. 121p

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